viernes, 2 de agosto de 2013

CIUDADES INTRATERRENAS


Cuentan los últimos macuxíes (del norte del Amazonas), que hasta el año 1907 entraban por una caverna y andaban entre trece y quince días, hasta llegar al interior. Allí, "del otro lado del mundo", viven los "hombres grandes", que miden entre tres y 3,5 metros. Son muy buenos pero hay que respetar sus indicaciones. La consigna de los macuxíes del lugar, era custodiar la entrada de la caverna, impidiendo el acceso a todo otro ser que no fuera alguno de los autorizados de la tribu. Cuando el gran viento que recorría el enorme túnel empezaba a soplar hacia afuera, (tenía ritmos de cinco días hacia afuera y otros tanto hacia adentro) podían comenzar a descender las escaleras (de 82 cm. de altura cada escalón), y las escaleras terminaban al tercer día (contaban los días con el estómago y los períodos de sueño, lo que resulta sumamente exacto).

Allí dejaban también los breos (antorchas hechas con palos embebidos en brea de afloramientos petrolíferos cercanos), y continuaban iluminados por luces que simplemente estaban colocadas allí, grandes como una sandía y claras como una lámpara eléctrica. Cada vez andaban más rápido, puesto que iban llevando menos peso e iban perdiendo el peso corporal. Atravesaban cinco lugares que estaban muy bien delimitados, en medio de unas cavidades enormes, cuyo techo no era posible ver. Allí habían -en una de las salas- cuatro luces como soles, imposible mirarlos, pero que seguramente no era tan altas como el sol. En ese sector crecían algunos árboles de buenos frutos, como cajúes, nogales, mangos y plátanos, y plantas más pequeñas. Por la descripción comparativa con ciertos lugares de la zona macuxí, esa sala tendría unos diez kilómetros cuadrados de superficie "transitable" y vegetada, y otros sectores inaccesibles y muy peligrosos, con piedra hirviendo, así como unos arroyos de azogue (mercurio, que los macuxíes conocieron en el presente siglo su uso para amalgamar el polvo de oro, merced a los garimpeiros que hoy contaminan con él las aguas amazónicas). Luego de estas cinco grandes cavidades, en un punto situado más allá de medio camino, debían tomarse de las paredes, y con cuidado impulsarse porque "volaban" (es decir que estaban ingrávidos como un astronauta).
El viento que había comenzado a soplar hacia afuera, no era obstáculo al iniciar el descenso, pero si lo intentaban al revés, la violencia del remolino les podía arrastrar al abismal túnel, y el cadáver -golpeado mil veces- no se detendría hasta un día de marcha, cueva adentro. Respetando este ciclo, iniciando la marcha con viento en contra (que era a favor de su seguridad) bajaban tres días por escaleras; y luego de dos días de marcha por túnel angosto, ya sin escaleras, el viento volvía hacia adentro, de modo que cuidaban los pasos desde el día de la partida, para no dejar arena removida o guijarros sueltos que luego se estrellarían en sus espaldas. Aún con viento a favor -ya en el séptimo u octavo día de marcha-, llegaban a la zona "donde todo vuela", es decir al medio de la costra del planeta (el medio de la masa, magnéticamente hablando, que no es el centro geométrico de la Tierra, sino cualquier punto en medio del espesor de la corteza).

A veces el viento era muy fuerte, y en vez de tomarse de las paredes para impulsarse, debían hacerlo para frenarse y no ser golpeados. Generalmente duraba desde poco menos de un día hasta día y medio, la travesía sin gravedad. Algunas veces debieron aferrarse a las salientes pétreas o a hierros que habían "desde antes" clavados en la roca, y esperar dos días a que amainara el viento. Luego seguían el camino caracterizado por arroyos con aguas muy frías que atravesaban la caverna, y entraban a una especie de gran vacía, mayor que las anteriores, donde habían unas cosas brillantes, de forma similar a los panales de abejas, de unos diez metros de diámetro, situados sobre un vástago, como un tronco de árbol, a una altura imprecisable por la memoria de los últimos macuxíes que viven recordando aquello, aún con cierto temor a las represalias de "los hombres grandes".
Los viajeros iban recobrando el peso, pero no llegaban a recobrarlo totalmente, porque aparecían en "la tierra del otro lado", donde todo es un poco más liviano, el sol es rojo y siempre es de día, sin noche, ni estrellas ni luna. Allí permanecían unos días, disfrutando de unas playas cercanas, volviéndose más jóvenes. (Lo que recuerda a Apolo, que iba al Olimpo a rejuvenecerse) Los macuxíes conocían muy bien el Atlántico, pues estaban -"afuera"- a unos trescientos kilómetros de la costa, y no era éste el mar). Los gigantes les daban unos peces muy buenos y grandes, cuya carne no se descomponía hasta dos o tres meses de haber sido pescados. Con esa preciosa carga, manzanas más grandes que una cabeza y uvas del tamaño de un puño, además de mucha energía corporal, volvían acompañados de algunos gigantes que les ayudaban con el enorme peso que traían. El viaje de vuelta se iniciaba con viento a favor, para volver a tenerlo a favor también en la última etapa, al subir los tres últimos días por las escaleras, cuyos últimos restos existen actualmente.
La creencia -o conocimiento- de los macuxíes, es que si respetan las pautas dadas por los gigantes, luego de morir aquí afuera, nacerán entre ellos, allá adentro. Cuentan que algunos macuxíes no morían, sino que se transformaban (¿transfiguraban?) en casi-gigantes y se quedaban en el interior. Esto requería principalmente, no tener hijos aquí afuera.
La tragedia para los macuxíes sucedió en 1907. Tres exploradores ingleses, llegaron en nombre de su reina, buscando diamantes. La zona macuxí es aún actualmente un poco diamantífera, pero ya se la ha explotado desde 1912 tan intensamente que casi no hay diamante, siendo poco o nada rentable su búsqueda. Cuando llegaron los ingleses, había lo suficiente como para conformar a la reina y a muchos ambiciosos que se enriquecieron luego, explotando a los nativos, pero uno de aquellos "viajeros autorizados al Centro de la Tierra" cometió la terrible imprudencia de violar la consigna de secreto, e indicó el lugar de entrada a los extranjeros. Uno de ellos envió una carta a Su Majestad, repitiéndole una narración como ésta, con algunos detalles más. En las arenas de las playas interiores, abunda el diamante, al igual que en algunos enormes bloques carboníferos de mineral de serpentina, de antiguos calderos volcánicos, que hoy son, justamente, esos túneles hacia el interior del mundo.
Los tres hombres salieron -o mejor dicho entraron- de expedición, pero no regresaron jamás. En vez de ello, salieron los gigantes, reprendieron a los macuxíes y les prohibieron para siempre el ingreso al interior. Luego de dos años de angustia y pobreza (esa zona, en esta superficie externa tenía diamantes -sin valor entonces para ellos-, pero no mucha fruta ni muchos peces), decidieron intentar un nuevo contacto con los gigantes, a pesar de la prohibición. Viajaron esperanzados durante dos días, pero llegaron a un punto del camino donde el viento venía de otra caverna que ellos no conocían. El camino original estaba derrumbado. Algunos volvieron inmediatamente, pero otros decidieron seguir el nuevo y desconocido túnel. Varios meses después, uno de ellos regresó y dijo al resto que podían entrar; los gigantes les autorizaban, pero sería para no volver nunca afuera, porque otros ingleses irían al territorio y les dañarían. Algunos se negaron a partir, porque el lugar asignado era una de aquellas grandes vacuoides. Otros aceptaron irse y no regresaron jamás.
Unos años después, comenzaron a llegar garimpeiros, a enturbiar los ríos con zarandas, resumidoras y mercurio, y a enturbiar los cerebros de los macuxíes que se quedaron "afuera", con caña, caipiriña y macoña (droga). También les enturbiaban las espaldas -con látigos- y la raza, violando a sus mujeres. En junio o julio de 1946 hubo un enorme derrumbe en el túnel, cayendo casi toda la escalera. Hoy sólo quedan algunos escalones del inicio, y un enorme precipicio inescalable, donde el viento sopla con ritmos diferentes. Algunos viejos macuxíes que escaparon al látigo inglés, y aún viven contando su edad por lunas, no se resignan totalmente a olvidar el Paraíso Perdido. 

Nunca mejor expresado, pues ellos lo conocieron... Y lo perdieron.




Profecía para el Final de los Tiempos a través de un Maestro Búlgaro

El Maestro Peter Deunov (1864-1944) 





"..En el transcurso de los tiempos, la consciencia del hombre ha atravesado un largo periodo de oscuridad. Esta fase, que los hindúes llaman "Kali Yuga", es el punto de remate. Nos encontramos hoy en la frontera entre dos épocas: la del Kali Yuga y la de la Nueva Era en la que estamos entrando. 


Ya se ha producido una mejora gradual en los pensamientos, los sentimientos y los actos de los humanos, pero pronto todos serán sometidos al fuego divino, que los purificará y preparará de camino a la Nueva Época. Así, el hombre se elevará a un grado superior de consciencia, indispensable para su entrada en la Nueva Vida. Esto es lo que se entiende por "la Ascensión". 


Transcurrirán algunos decenios antes de que llegue este fuego, que transformará al mundo, aportándole una nueva moral. Esta inmensa oleada, proveniente del espacio cósmico, inundará toda la Tierra. Todos aquellos que intenten oponerse a esto, serán llevados y transferidos a otro lugar. 


Aunque no todos los habitantes de este planeta se encuentran en el mismo grado de evolución, la nueva ola será sentida por cada uno. Y esta transformación tocará no sólo a la Tierra, sino también al conjunto del Cosmos. 


La única y mejor cosa que el hombre puede hacer ahora es volverse hacia el Señor y, mejorando conscientemente, elevar su nivel vibratorio, a fin de encontrarse en armonía con esta potente oleada en la que pronto se sumergirá. 


El fuego del que hablo, que acompaña a las nuevas condiciones ofrecidas a nuestro planeta, renovará, purificará y reconstruirá todo: la materia será afinada, vuestros corazones serán liberados de la angustia, de los problemas y de la incertidumbre, y se volverán luminosos; todo será mejorado, elevado; los pensamientos, sentimientos y actos negativos serán consumidos y destruidos. 


Vuestra vida actual es una esclavitud, una pesada prisión. ¡Comprended vuestra situación y liberáos de ella! Os lo digo: ¡salid de vuestra prisión! Es verdaderamente desolador ver tanto extravío, tanto sufrimiento, tanta incapacidad de comprender dónde se encuentra vuestra verdadera felicidad. 

Todo lo que está a vuestro alrededor pronto va a desplomarse y desaparecer. No quedará absolutamente nada de esta civilización ni de su perversidad; toda la Tierra será sacudida y ni una sola traza subsistirá de esta cultura errónea que mantiene a los hombres bajo el yugo de la ignorancia. Los temblores de tierra no son sólo fenómenos mecánicos, también son un llamado al despertar del intelecto y el corazón de los humanos, para que se libren de sus errores y de sus locuras y para que comprendan que no están solos en el universo. 
Nuestro sistema solar atraviesa ahora una región del Cosmos donde anteriormente fue destruida una constelación que ha dejado su impronta, su huella. Esta travesía por un espacio contaminado es una fuente de empoderamiento, no sólo para los habitantes de la Tierra, sino para todos los habitantes de otros planetas de nuestra galaxia. Únicamente los soles no son afectados por la influencia de este entorno hostil. Esta región se llama "la tercera zona"; también se la llama "la zona de las contradicciones". Nuestro planeta ha permanecido infectado durante miles de años, pero nos aproximamos a la salida de este espacio de tinieblas, y estamos en el punto de alcanzar una región más espiritual, donde viven seres más evolucionados. 








Ahora la Tierra sigue un movimiento ascendente, y cada uno deberá esforzarse en armonizarse con las corrientes de la Ascensión. Los que rehúsen someterse a esta orientación perderán la ventaja de las buenas condiciones que le fueran ofrecidas para elevarse. Quedarán atrás en la evolución y deberán esperar decenas de millones de años hasta la llegada de la próxima oleada ascensional. 


La Tierra, el sistema solar, el Universo, todo se mueve en una nueva dirección bajo el impulso del Amor. La mayor parte de vosotros consideráis aún el Amor como una fuerza irrisoria, pero, en realidad, ¡es la mayor de las fuerzas! La plata y el poder continúan siendo venerados como si el curso de vuestra vida dependiera de ello. En el porvenir, todo estará subordinado al Amor y todo le servirá. Pero sólo a través de los sufrimientos y las dificultades la consciencia del hombre se verá obligada a despertarse. 


Las terribles predicciones del profeta Daniel escritas en la Biblia se refieren a la época que se abre. Se producirán inundaciones, huracanes, incendios gigantescos y temblores de tierra que barrerán todo. La sangre correrá en abundancia. Habrá revoluciones; explosiones terribles retumbarán en numerosas regiones de la Tierra. Donde está la tierra llegará el agua, y donde está el agua estará la tierra... Dios es Amor; y, por tanto, se trata más bien de un castigo, de una respuesta de la Naturaleza contra los crímenes perpetrados por el hombre desde la noche de los tiempos contra su Madre, la Tierra. 


Tras estos sufrimientos, aquellos que serán salvados -los elegidos- conocerán la Edad de Oro, la armonía y la belleza ilimitadas. Reservad vuestra paz y vuestra fe para cuando lleguen los tiempos del sufrimiento y del terror, porque está escrito que no se tocará un cabello de la cabeza del justo. No os desaniméis; simplemente, proseguid vuestro trabajo de perfeccionamiento personal. 


No tenéis idea del grandioso porvenir que os espera. Pronto verá el día una Nueva Tierra. En algunos decenios, el trabajo será mucho menos agobiante, y cada uno tendrá tiempo para consagrar a las actividades espirituales, intelectuales y artísticas. La cuestión relativa al hombre y la mujer será finalmente resuelta en armonía: tanto el uno como la otra tendrán la posibilidad de seguir sus aspiraciones. Las relaciones de pareja se basarán en la estima y el respeto recíprocos. Los humanos viajarán a través de diferentes planos y franquearán los espacios intergalácticos. Estudiarán su funcionamiento y rápidamente estarán en condiciones de conocer el Mundo Divino, y de fusionarse con la Cabeza del Universo. 


La Nueva Era es la de la sexta raza. Vuestra predestinación es prepararos para recibirla y vivirla. La sexta raza se construirá en torno a la idea de fraternidad. No habrá más conflictos de intereses personales; la sola aspiración de cada uno será alinearse con la Ley del Amor. La sexta raza será la del Amor. Formará un nuevo continente. Surgirá del Pacífico, para que El Altísimo pueda finalmente establecer Su morada sobre este planeta. 


Llamo a los fundadores de esta nueva civilización "los Hermanos de la Humanidad" o, incluso, "Niños del Amor". Ellos serán inquebrantables en el bien, y representarán un nuevo tipo de hombres. Los hombres formarán una familia, como un gran cuerpo, y cada pueblo representará un órgano de este cuerpo. En la nueva raza, el amor se manifestará de una manera tan perfecta que el hombre actual aún no puede tener más que una idea muy vaga. 


La Tierra aún es un terreno propicio para las luchas, pero las fuerzas tenebrosas van a retroceder y será librada de ellos. Los humanos, viendo que no les queda otro camino, se comprometerán en lo relativo a la Nueva Vida, en lo relativo a la salud. En su orgullo insensato, algunos seguirán empecinándose en seguir llevando una vida sobre la Tierra que el Orden Divino reprueba, pero terminarán por comprender que la dirección del mundo ya no les pertenece. 


Verá el día una nueva cultura, que reposará sobre tres principios directores: la elevación de la mujer, la elevación de los humildes, de los débiles, y la protección de los derechos del hombre. 

La luz, el bien y la justicia triunfarán; no es más que cuestión de tiempo. Las religiones deben ser purificadas. Cada una encierra una partícula de la Enseñanza de los Maestros de la Luz, pero la oscurece con el aporte incesante de las desviaciones humanas. Todos los creyentes tendrán que unirse y ponerse de acuerdo sobre un principio, el de colocar al Amor como base de toda creencia, sea la que sea. ¡Amor y Fraternidad, esa es la base común! 
Pronto la tierra será bombardeada por las ondas extraordinariamente rápidas de la Electricidad Cósmica. De aquí a algunos decenios, los seres malvados y aviesos no podrán soportar su intensidad. Serán absorbidos por el Fuego Cósmico que consumirá el mal que los posee. Después se arrepentirán, porque está escrito que "toda carne glorificará al Señor." 











Nuestra Madre, la Tierra, se desembarazará de los hombres que no acepten la Nueva Vida. Los rechazará como frutos estropeados. Ya no podrán reencarnarse más sobre este planeta; los espíritus criminales nunca más. Sólo quedarán aquellos que poseerán el Amor en ellos. 
Ya no queda lugar en la Tierra que no haya sido manchado de sangre humana o animal; por ello, deberá someterse a un purificación. Y por eso ciertos continentes actuales será sumergidos, mientras que otros surgirán. 

Los hombres no sospechan los peligros que los amenazan. Continúan persiguiendo objetivos fútiles y buscando el placer. Por el contrario, los de la sexta raza serán conscientes de la dignidad de su papel y respetuosos de la libertad individual. Se alimentarán exclusivamente de productos del mundo vegetal. Sus ideas tendrán el poder de circular tan libremente como el aire y la luz en nuestros días. 


Las palabras "Si no nacéis de nuevo ..." se aplican a la sexta raza. Leed el capítulo 60 de Isaías. Se refiere al advenimiento de la sexta raza, la raza del Amor. 


Tras las Tribulaciones, los hombres dejarán de pecar y retomarán el camino de la virtud. El clima de nuestro planeta será moderado en todas partes y ya no existirán las variaciones brutales. El aire volverá a ser puro, al igual que las aguas. Desaparecerán los parásitos. Los hombres recordarán sus encarnaciones pasadas y experimentarán el placer de constatar que, al fin, han sido liberados de su antigua condición 


Igual que se limpia el viñedo de sus parásitos y de sus hojas muertas, así se afanan los Seres evolucionados preparando a los hombres para servir al Dios del Amor. Les proporcionan buenas condiciones para crecer y desarrollarse y, a aquellos que quieren escucharles, les dicen: "¡No retrocedáis! En poco tiempo todo se arreglará; estáis en el buen camino. Aquel que quiera entrar en la Nueva Cultura que estudie, que trabaje conscientemente y que se prepare." 


Gracias a la ayuda de la Fraternidad, la Tierra se convertirá en un lugar bendito, y esto no tardará. Pero antes, grandes sufrimientos serán enviados para despertar las consciencias. Los pecados acumulados durante miles de años deberán ser expiados. La oleada ardiente emanada de Lo Alto contribuirá a liquidar el karma de los pueblos. 


La liberación no admite aplazo. La humanidad debe prepararse para las grandes e ineludibles pruebas que vienen y que traerán el fin del egoísmo. 

Sobre la Tierra, algo extraordinario se prepara. Una revolución grandiosa y absolutamente inconcebible se manifestará pronto en la Naturaleza. El Señor ha decidido reencarrilar el mundo, ¡y va a hacerlo! 
Este es el final de una época; un nuevo orden va a sustituir al viejo, un orden en el que reinará el Amor sobre la Tierra." 

II Parte: 


La Tierra continúa día tras día su elección ascensional. Os recomiendo de nuevo acentuar vuestro amor y vuestro trabajo interior con vuestro cuerpo físico.

En 2004, nuevas energías van a generar perturbaciones muy fuertes que afectarán a todas las personas en evolución, así como a todas aquellas que no hayan tomado conciencia de la elección a realizar. Será cada vez más delicado permanecer sobre este planeta. Al afluir nuevos portales de energía de los planos celestes y terrestres, se os pondrá ante el desafío de soportar esta nueva vibración más intensa. Una energía que ya no os permitirá seguir con un pie a cada lado de la grieta. Esto coadyuvará a la separación entre los colaboradores con una sociedad moribunda de tercera dimensión, y el sentimiento de unidad tan presente en aquellos que han decidido amarse incondicionalmente. 
Por eso, aún es tiempo de abriros a ese cuerpo físico que está esperando vuestra atención y respeto, para escuchar sus necesidades. Mientras, este cuerpo necesita moverse para dar energía, o retraerse para recibirla. A mediados del año 2004, vuestras estructuras sociales van a comenzar a colapsar verdaderamente y un sentimiento de desolación invadirá a los seres, que no comprenderán lo que pasa en el seno mismo de la Tierra y del Cosmos. Estas energías pueden ser percibidas por los unos como una ducha abrasadora a 60 grados Celsius, insoportable para la piel, y como un baño revitalizador por los otros. 
Os aconsejamos elevar la vibración de vuestro cuerpo, si deseáis permanecer sobre la Tierra. Otra sociedad está vislumbrando ya la aparición de nuevas estructuras independientes, que van a ir mancomunándose progresivamente para que dejéis esa dependencia manipuladora de la tercera dimensión. Están naciendo nuevos sistemas de intercambio que favorecerán la donación incondicional, aunque la plata sea aún necesaria para que asumáis la cotidianeidad, hasta vuestra ascensión. 









Estos intercambios de servicios van a reuniros sutilmente con familias álmicas terrestres. Las leyes de la tercera dimensión no sabrán impedir que las nuevas estructuras se multipliquen y creen paralelamente una nueva economía, basada en la reciprocidad de los intercambios por potenciales tan complementarios como lo dispongan las almas en el camino de su luz. Estas nuevas energías serán percibidas como un apoyo de amor para los seres en evolución y como un ciclón limpiador de las falsas seguridades de los seres en involución. 


Por ello necesitáis permanecer en amor hacia vuestro cuerpo físico, porque con ese cuerpo testimoniáis vuestro amor por vuestro planeta. Este cuerpo va a experimentar, a partir de mediados de 2004, nuevas modificaciones, y algunos os haréis muchas preguntas. Constataréis que cada vez sois menos y menos sensibles a la temperatura climática. El Cuerpo de Luz instalándose en vosotros es como un templado sol interior que os permite ser cada vez más independientes del clima exterior inestable y tormentoso. 


Un gran número de almas van a abandonar en grupo la superficie de la Tierra. Este planeta ha decidido no acoger más en su cuerpo las contaminaciones emocionales, mentales y físicas. A los seres en evolución, os aconsejo de nuevo que os concentréis en el amor incondicional hacia vuestro cuerpo físico. Estará más delicado debido al esfuerzo de encarar semejante trabajo. Sentiréis conscientemente de qué manera la Tierra os pide adaptar vuestro cuerpo a esta nueva vibración. Entonces sabréis que sois un instrumento musical necesitado de sintonizarse con la armonía de la alegría de vivir y de compartir la melodía de vuestra alma. 


Os incitamos desde hoy a no tener miedo de seguir los mensajes de vuestra alma invitándoos a deshaceros de vuestros prejuicios, o a efectuar múltiples desplazamientos. Estas nuevas vibraciones instalan más intensamente la energía de cuarta dimensión. Dependerá de vosotros, permaneciendo presentes en la Tierra, permitir que esta dimensión se convierta en el próximo punto de vuestra ascensión y de la de la Tierra.

Os daréis cuenta de que muchos pueblos van a aproximarse para fusionar y cambiar su luz. Este es, a buen seguro, el caso de dos ciudades sagradas que son Quebec y Francia. La primera representa la primogénita para Francia y su misión es dar acogida, mientras que su hermana menor, Francia, debe abrirse y recibir. El proceso está en curso y se va a convertir, especialmente en lo que respecta a las dimensiones artísticas, en un eje que arracime las energías más elevadas. 

Estamos muy agradecidos a estos dos países por abolir sus separaciones vibracionales gracias a su vínculo lingüístico. Los quebequeses son, en esta Tierra, los seres que representan el máximo nivel del estado de conciencia y amor. Existe en ellos un sentido muy pronunciado de compartir, a imagen de lo que representa la quinta dimensión. Para nosotros, los franceses son los seres que soportan el elevado desafío de abrir el corazón y la consciencia a la dimensión del amor incondicional, a pesar de las tan pesadas resistencias del miedo. 


Vivir en Québec es una gratitud cotidiana, mientras que vivir en Francia requiere el valor de la verdad. El Reconocimiento de la Verdad es el que el mundo necesita entender y ver. Gracias a estos dos países comenzarán las primeras ascensiones. Animamos a los francófonos a reunirse vibratoriamente en pensamiento y corazón para que estas ascensiones puedan darse ya que, por el momento, aún no son posibles.

Los quebequeses pueden aportar a los franceses esta energía de amor incondicional en los niveles de los cuerpos mental y emocional, y los franceses en el nivel del cuerpo físico. para crear la Unidad del Cuerpo de Luz individual y colectivo. 

Oraya, de la Ciudad Cristalina 

Peter Deunov - Del Porvenir-1944